dissabte, 14 de maig del 2016

LAS MUJERES EN LA ARENA


Escrito por Noelia Real


La autora del artículo con su grupo Tarraco Lvdus

A menudo se cree que las luchas entre mujeres en un anfiteatro son una licencia de las películas de Hollywood, pero sin embargo tienen una base histórica aunque muy poco estudiada dada la escasez de fuentes. Las evidencias son sobre todo literarias, y en menor medida arqueológicas, aunque en breve esto podría cambiar.
Al igual que entre los hombres, el origen del combate femenino hay que buscarlo en el contexto funerario. La primera mención a la gladiatura femenina la encontramos en las Fuentes literarias, cuando Nicolás de Damasco (64a.C) escribe: “...y a veces resultaba que alguno había especificado en su testamento que las más bellas mujeres que había comprado debían enfrentarse entre sí (.../...).
Otra de las fuentes más antiguas  en las que hay una referencia indirecta a las mujeres gladiadores  es un senatus consultum del año 11 d.C. en el cual se prohíbe a los hombres menores de 25 años y a las mujeres menores de 20 y que fueran de familia senatorial o ecuestre aparecer en la arena. Que ocho años más tarde se volviera a legislar sobre el mismo hecho con un nuevo senatus consultum nos habla de un fenómeno que a pesar de las restricciones tenia gran difusión y que afectaba incluso a las clases sociales más altas.

Sin embargo a los romanos no les escandalizaba tanto el hecho de que una mujer combatiera como un hombre si no que ésta fuera una mujer libre, ya que en el caso de una esclava o una prisionera de guerra no tenía ninguna importancia, pero sí si la mujer  pertenecía  a la propia sociedad romana; se corría el riesgo de subvertir la moral y los valores de ésta, al apropiarse la mujer de un terreno totalmente masculino.
Posible mujer gladiadora - Museo de Hamburgo 
El hecho de que no exista una palabra en latín para el femenino de gladiador (el término gladiatrix es una invención moderna) atestigua no obstante que estos combates no eran frecuentes. La palabra con la que se conocía a toda mujer que vivía en un ludus era “ludia”, que a pesar de ser el femenino de “ludius” (actor), ha sido traducida como esposa o concubina de un gladiador. Por lo general se emplea el sustantivo “mulier” o “femina” para hablar de estas luchadoras, pero esto nos lleva a nuevos matices.
Cuando se hace referencia a “mulieres” son aquellas de clase baja que no importa desde el punto de vista moral a qué se dediquen. En cambio las “feminae” eran pertenecientes a la clase alta, y por lo tanto sus actos tenían consecuencias sociales. Sin embargo, la gladiatura femenina fue un fenómeno que al igual que en el caso de los hombres, afectó a toda la sociedad en su conjunto, practicándose en unos casos por necesidad y en otros por diversión, eso sí, en menor medida que los masculinos.

Es por eso que la aparición de mujeres en la arena se relaciona con el lujo y el exotismo; como era una mercancía tan cara la mayoría de estos munera con féminas eran ofrecidos por el emperador, tal y como documentan las fuentes: Tácito y Dión Casio cuando hablan de Nerón, Marcial refiriéndose a Tito o Estacio, Suetonio y de nuevo Dión Casio respecto a Domiciano.
Pero también participaron de munera privados, como vemos en el Satiricón de Petronio o en una discutida inscripción en Ostia, que algunos datan del s. III pero que es más probable que fuera de la primera mitad del s. II d.C., y en donde el magistrado Hostiliano hizo grabar que él fue el primero en Ostia en presentar mujeres luchando.
En cuanto al aspecto de las combatientes es algo muy discutido; tan solo contamos con el relieve de Halicarnaso, datado entre los ss. I-II de nuestra era, y en las fuentes escritas solo en el Satiricón se habla de una mujer essedarius, seguramente en clara alusión a la rebelión de la reina Boudica que tuvo lugar en la misma época.
Esto nos conduce a una nueva problemática, ya que el essedarius es precisamente uno de los tipos de gladiador más disputado. Según la terminología se trataría de un auriga (el essedus es un carro celta con dos ruedas), pero no hay ni una sola iconografía de un gladiador sobre un carro, a pesar de ser  profusamente mencionado en la literatura y en las narraciones desde el s. I a.C. Kontantin Nossov sugiere que tan solo la entrada a la arena la harían en carro, por darle más espectacularidad, y que después su equipo sería similar al de un secutor, pero con escudo curvo ovalado y sin grebas.

Sin embargo en opinión de Alfonso Mañas una gladiadora essedari combatiría efectivamente sobre un carro y sus armas serían el arco y las flechas, que son también las armas de Diana y de las Amazonas, y para las que además no se exigen tanta fuerza en su manejo.

Relieve de Halicarnaso - British Museum


Pero volviendo al relieve de Halicarnaso, este mismo autor afirma que ambas luchadoras portan la panoplia del traex. Sin embargo la principal característica del tracio, la sica, no aparece representada, y los escudos son también mayores que los de esta tipología. La mayoría de autores coinciden en pensar que se trata de provocatores, ya que a diferencia de Mañas que identifica en la base del relieve dos cabezas de espectadores o participantes del munera, se cree que son dos yelmos propios de esta disciplina, teoría que se sustenta también en los escudos y espadas cortas de ambas contendientes. Además en esta tipología casi siempre luchaban entre sí, quedando aún más claro el equilibrio entre ambas que además acaba en estantes misio, es decir, en empate.
Es por eso que la mayoría de grupos de reconstrucción histórica que cuentan con mujeres entre sus filas han acabado adoptando la figura del provocator para éstas, si bien puede suponerse que lucharían al igual que los hombres en diferentes categorías, siempre entre  ellas, eso sí, pero de momento la historia y la arqueología no nos han legado más pruebas en este sentido.
También es un aspecto discutido si luchaban con un pecho o ambos al descubierto, tal y como habla la leyenda de las amazonas. Para Mañas claramente lo harían al igual que sus compañeros, con el torso desnudo, pero Nossov mantiene que el código moral romano era contrario a mostrar la desnudez completa, y que seguramente las gladiadoras se cubrirían con un “strophium” o banda de tela, que además ayudaría a que fueran más cómodos sus movimientos en el combate. Además si luchaban como provocatores se protegían el pecho con un cardiopilax, por lo que tampoco tendría sentido dejar los senos sin sujeción para después cubrirlos con esta especie de coraza.
Finalmente Dión Casio nos habla de la prohibición del emperador Septimio Severo en el año 200 a cualquier mujer, fuera libre o esclava, luchar como gladiadora, tras ser abucheado por el público cuando quiso que éstas participaran junto a los varones.



BIBLIOGRAFIA
- Nossov, K. “Gladiadores. El espectáculo más sanguinario de Roma”. Libsa, Madrid 2011-  
- Mañas, A. “Gladiadores. El gran espectáculo de Roma”. Ed. Planera, Barcelona 2013

- Caggigal, R. “Gladiator. Luchar para vivir en un oficio peligroso” Ed. Jano Reproducciones Históricas. Santander 2010
- Prats, Ll- Gladiadores. Lucha y espectáculo en la antigua Roma”, Ed. Edaf, Madrid 2015
- Murray, S. “Female gladiators of the ancient romman world”, Journal of Combative Sport, July 2003

- Pastor, M y Mañas, A. “Munera gladiatoria. Mujeres gladiadoras”, en Florentia lliberritana, núm. 23, 2002. Págs. 127-151