Escrito por Noelia Real
La autora del artículo con su grupo Tarraco Lvdus |
A menudo se cree que las
luchas entre mujeres en un anfiteatro son una licencia de las películas de
Hollywood, pero sin embargo tienen una base histórica aunque muy poco estudiada
dada la escasez de fuentes. Las evidencias son sobre todo literarias, y en
menor medida arqueológicas, aunque en breve esto podría cambiar.
Al igual que entre los
hombres, el origen del combate femenino hay que buscarlo en el contexto
funerario. La primera mención a la gladiatura femenina la encontramos en las
Fuentes literarias, cuando Nicolás de Damasco (64a.C) escribe: “...y a veces
resultaba que alguno había especificado en su testamento que las más bellas
mujeres que había comprado debían enfrentarse entre sí (.../...).
Otra de las fuentes más
antiguas en las que hay una referencia
indirecta a las mujeres gladiadores es
un senatus consultum del año 11 d.C.
en el cual se prohíbe a los hombres menores de 25 años y a las mujeres menores
de 20 y que fueran de familia senatorial o ecuestre aparecer en la arena. Que
ocho años más tarde se volviera a legislar sobre el mismo hecho con un nuevo senatus consultum nos habla de un
fenómeno que a pesar de las restricciones tenia gran difusión y que afectaba
incluso a las clases sociales más altas.
Sin embargo a los romanos no
les escandalizaba tanto el hecho de que una mujer combatiera como un hombre si
no que ésta fuera una mujer libre, ya que en el caso de una esclava o una
prisionera de guerra no tenía ninguna importancia, pero sí si la mujer pertenecía
a la propia sociedad romana; se corría el riesgo de subvertir la moral y
los valores de ésta, al apropiarse la mujer de un terreno totalmente masculino.
Posible mujer gladiadora - Museo de Hamburgo |
El hecho de que no exista una
palabra en latín para el femenino de gladiador (el término gladiatrix es una invención moderna) atestigua no obstante que
estos combates no eran frecuentes. La palabra con la que se conocía a toda
mujer que vivía en un ludus era
“ludia”, que a pesar de ser el femenino de “ludius” (actor), ha sido traducida como esposa o concubina de un
gladiador. Por lo general se emplea el sustantivo “mulier” o “femina” para
hablar de estas luchadoras, pero esto nos lleva a nuevos matices.
Cuando se hace referencia a
“mulieres” son aquellas de clase baja que no importa desde el punto de vista
moral a qué se dediquen. En cambio las “feminae” eran pertenecientes a la clase
alta, y por lo tanto sus actos tenían consecuencias sociales. Sin embargo, la
gladiatura femenina fue un fenómeno que al igual que en el caso de los hombres,
afectó a toda la sociedad en su conjunto, practicándose en unos casos por
necesidad y en otros por diversión, eso sí, en menor medida que los masculinos.
Es por eso que la aparición de
mujeres en la arena se relaciona con el lujo y el exotismo; como era una
mercancía tan cara la mayoría de estos munera
con féminas eran ofrecidos por el emperador, tal y como documentan las fuentes:
Tácito y Dión Casio cuando hablan de Nerón, Marcial refiriéndose a Tito o
Estacio, Suetonio y de nuevo Dión Casio respecto a Domiciano.
Pero también participaron de munera privados, como vemos en el
Satiricón de Petronio o en una discutida inscripción en Ostia, que algunos
datan del s. III pero que es más probable que fuera de la primera mitad del s.
II d.C., y en donde el magistrado Hostiliano hizo grabar que él fue el primero
en Ostia en presentar mujeres luchando.
En cuanto al aspecto de las
combatientes es algo muy discutido; tan solo contamos con el relieve de
Halicarnaso, datado entre los ss. I-II de nuestra era, y en las fuentes
escritas solo en el Satiricón se habla de una mujer essedarius, seguramente en clara alusión a la rebelión de la reina
Boudica que tuvo lugar en la misma época.
Esto nos conduce a una nueva problemática,
ya que el essedarius es precisamente
uno de los tipos de gladiador más disputado. Según la terminología se trataría
de un auriga (el essedus es un carro
celta con dos ruedas), pero no hay ni una sola iconografía de un gladiador
sobre un carro, a pesar de ser
profusamente mencionado en la literatura y en las narraciones desde el
s. I a.C. Kontantin Nossov sugiere que tan solo la entrada a la arena la harían
en carro, por darle más espectacularidad, y que después su equipo sería similar
al de un secutor, pero con escudo
curvo ovalado y sin grebas.
Sin embargo en opinión de
Alfonso Mañas una gladiadora essedari
combatiría efectivamente sobre un carro y sus armas serían el arco y las flechas,
que son también las armas de Diana y de las Amazonas, y para las que además no
se exigen tanta fuerza en su manejo.
Relieve de Halicarnaso - British Museum |
Pero volviendo al relieve de
Halicarnaso, este mismo autor afirma que ambas luchadoras portan la panoplia
del traex. Sin embargo la principal característica del tracio, la sica, no aparece representada, y los
escudos son también mayores que los de esta tipología. La mayoría de autores
coinciden en pensar que se trata de provocatores, ya que a diferencia de Mañas
que identifica en la base del relieve dos cabezas de espectadores o
participantes del munera, se cree que
son dos yelmos propios de esta disciplina, teoría que se sustenta también en
los escudos y espadas cortas de ambas contendientes. Además en esta tipología
casi siempre luchaban entre sí, quedando aún más claro el equilibrio entre
ambas que además acaba en estantes misio,
es decir, en empate.
Es por eso que la mayoría de
grupos de reconstrucción histórica que cuentan con mujeres entre sus filas han
acabado adoptando la figura del provocator
para éstas, si bien puede suponerse que lucharían al igual que los hombres
en diferentes categorías, siempre entre
ellas, eso sí, pero de momento la historia y la arqueología no nos han
legado más pruebas en este sentido.
También es un aspecto
discutido si luchaban con un pecho o ambos al descubierto, tal y como habla la
leyenda de las amazonas. Para Mañas claramente lo harían al igual que sus
compañeros, con el torso desnudo, pero Nossov mantiene que el código moral romano
era contrario a mostrar la desnudez completa, y que seguramente las gladiadoras
se cubrirían con un “strophium” o
banda de tela, que además ayudaría a que fueran más cómodos sus movimientos en
el combate. Además si luchaban como provocatores
se protegían el pecho con un cardiopilax,
por lo que tampoco tendría sentido dejar los senos sin sujeción para después
cubrirlos con esta especie de coraza.
Finalmente Dión Casio nos
habla de la prohibición del emperador Septimio Severo en el año 200 a cualquier
mujer, fuera libre o esclava, luchar como gladiadora, tras ser abucheado por el
público cuando quiso que éstas participaran junto a los varones.
- Nossov, K. “Gladiadores. El espectáculo más sanguinario de Roma”. Libsa,
Madrid 2011-
- Mañas, A. “Gladiadores. El gran espectáculo de Roma”.
Ed. Planera, Barcelona 2013
- Caggigal, R. “Gladiator. Luchar para vivir en un oficio peligroso” Ed.
Jano Reproducciones Históricas. Santander 2010
- Prats, Ll- Gladiadores. Lucha y espectáculo en la antigua Roma”, Ed.
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- Murray, S. “Female gladiators of the ancient romman world”, Journal of
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- Pastor, M y Mañas, A. “Munera gladiatoria. Mujeres gladiadoras”, en
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