Escrito por
Federico Romero Díaz
El rey macedonio
Alejandro Magno ha sido una de las figuras más conocidas y admiradas de la
Antigüedad. Cesar, Pompeyo, Mitridates del Ponto, Trajano, o el propio
Napoleón, mucho más recientemente, son algunos de los personajes que
pretendieron, sin conseguirlo en la mayoría de los casos, emular sus conquistas
para tener su gloria.
Para conocer
detalles sobre su figura y las heridas que sufrió, a lo largo de la dilatada
geografía que recorrió en vida, seguiremos a cuatro historiadores como fuentes
históricas: Diodoro Sículo, Curtio Rufo, Plutarco y Arriano, que a su vez
se informaron en los escritos de algunos de los acompañantes de Alejandro como
Calístenes, sobrino de Aristóteles y cronista oficial de la corte de Alejandro,
Ptolomeo, Aristóbulo, Nearco, etc.
Alejandro dirigía
sus ejércitos desde la primera línea. Al igual que su padre Filipo II de
Macedonia, no dudaba en lanzarse al ataque y se jugaba la vida con demasiada
frecuencia. Le impulsaba algo descrito en los textos antiguos como “pothos”,
el ansia o anhelo de alcanzar lo desconocido. Su temperamento impulsivo le
llevaba a correr riesgos innecesarios en numerosas ocasiones. Le fascinaba el
combate cuerpo a cuerpo, la victoria. Su ideal era superar a los héroes de la
mitología griega y en especial fundar un nuevo imperio.
Su habilidad
estratégica, unida a su temeridad, le reportaron incontables éxitos, enormes
territorios para gobernar, un hueco en nuestra memoria y, ¡cómo no!, numerosas
heridas que nos van a permitir seguir el camino de sus expediciones. Son
célebres algunas frases que se le atribuyen en referencia a las heridas que
recibió, como:
“No tengo una
sola parte de mi cuerpo, por lo menos enfrente, que no tenga cicatrices;
no hay arma, que se use de cerca, o que
se lance desde lejos, de la cual no lleve la marca. Más aún, he sido herido por
la espada, mano a mano; con flechas, he sido herido desde una catapulta y
muchas veces he sido golpeado con piedras y garrotes”.
“Todos juran que
soy hijo de Júpiter, pero esta herida está proclamando que soy hombre”.
Seneca.(Cartas a lucilo. Carta LIX).
A lo largo de sus
campañas sufrió 8 heridas de importancia que podemos agrupar de
diferentes maneras. Por ejemplo por el grado de importancia, podríamos afirmar
que fueron cuatro leves, tres graves y una casi mortal. Por el instrumento que
las causó: proyectil de catapulta, por dardos, flechas, lanzas y espada y mazo.
Pasemos ahora a enumerarlas una a una:
1ª HERIDA. CAMPAÑA
DE LOS BALCANES Y DESTRUCCIÓN DE TEBAS (DESDE LA PRIMAVERA HASTA SEPTIEMBRE DEL
335 A. C.). (DOS HERIDAS)
Tras la muerte de
su padre Filipo en una conspiración en el 336 a.C. Alejandro es proclamado rey
de Macedonia por los nobles y el ejército. También es nombrado “hegemon”
de las fuerzas griegas contra Persia. Sin embargo amplios territorios y muchas
ciudades como Tebas o Atenas verán su oportunidad para rebelarse contra el
nuevo y joven rey que encabezará su ejército, nada más comenzar la primavera. La
campaña se saldará con el sometimiento de Tracia e Iliria, donde es reconocido
como monarca indiscutido. El precio por el dominio sobre estas tierras serán
dos heridas: una pedrada lanzada con honda y un mazazo luchando en Iliria. Las
heridas no tendrán mayor trascendencia a nivel médico pero sí político. Paul
Faure, (en “Alejandro” Edaf, 1990) nos cuenta lo que pasó en Grecia “Demóstenes
presentó en la Asamblea de Atenas a un combatiente que dijo haber visto caer a
Alejandro ante él. En realidad, solo
había sido herido por una pedrada lanzada con una honda y por un mazazo en
Iliria”.
Sus heridas fueron
exageradas intencionadamente por los atenienses que, dándole por muerto, se
rebelaron contra el predominio macedonio. Alejandro, tras sus victorias en el
Danubio, permitió a su ejército marchar hacia el Sur de Grecia, destruyendo
totalmente la ciudad de Tebas que se negaba a rendirse, siendo todos sus
habitantes muertos o reducidos a la esclavitud. Ante semejante destrucción,
Atenas, la otra gran ciudad rebelada contra los macedonios, se someterá a
Alejandro que, a partir de este momento, tendrá las manos libres para conseguir
el sueño que compartía con su padre: derrotar y conquistar el Imperio persa.
2ª HERIDA. BATALLA
DEL GRÁNICO (MAYO/JUNIO 334 A.C.)
Nada más cruzar el
Helesponto Alejandro, maestro en los gestos simbólicos, arroja su lanza a la
costa de Anatolia. Como símbolo de su intención de conquista, siendo el primero
en desembarcar vestido con toda su armadura de combate. Se dirige con su
ejército a Troya a rendir culto a las tumbas de Aquiles y Patroclo. Desde allí
se encamina a la capital de la satrapía persa de Frigia, donde se enfrenta y
derrota por primera vez a los persas en la Batalla del Gránico.
Será en este
enfrentamiento cuando Alejandro, muy visible por su manera de vestir en
batalla, en medio del combate, es acosado por dos persas y recibe su segunda
herida. Plutarco nos lo cuenta perfectamente en sus “Vidas paralelas”:
“Sobrevinieron a un
tiempo los generales Resaces y Espitridates y hurtando el cuerpo a este,
Resaces, armado de coraza, le tiró (a Alejandro) un bote de lanza, y rota esta
metió mano a la espada. Batiéndose los dos, acercó, por el flanco su caballo
Espitridates, y poniéndose a punto le lanzó con la azcona de que usaban
aquellos bárbaros, con la cual le destrozó el penacho, llevándose una de las
alas; el morrión resistió con dificultad al golpe, tanto, que aún penetró la
punta y llegó a tocarle en el cabello. Disponíase Espitridates a repetir el
golpe, pero se interpuso Clito el Negro pasándole de medio a medio con la
lanza. Al mismo tiempo cayó muerto Resaces, herido por Alejandro”.
Podemos concluir
que, en esta batalla, Alejandro, además de la victoria, se llevó un fuerte golpe en la cabeza que le abolló el casco. Años
después Alejandro matará a Clito en un arranque de ira en medio de un banquete,
tras recriminarle este a su general y rey que:
“Toda la gloria que
posees es gracias a tu padre. Sin mí hubieras perecido en el Gránico”.
3ª HERIDA. BATALLA
DEL RIO ISSOS (NOVIEMBRE DEL 333 A.C.)
Tras la victoria y
libre de la presión persa Alejandro desciende por la actual costa de
Turquía y captura o es recibido como libertador en las ciudades de Efeso, Halicarnaso,
Pérgamo o Mileto. Pasa el invierno en la ciudad de Gordión, antigua capital de
Frigia, donde tiene lugar el famoso episodio del “nudo gordiano”. En pleno
invierno baja más al Sur y choca de nuevo con los persas en el río Issos. La osadía y el talento militar del macedonio le
valen una nueva victoria ante los persas
que huyen en desbandada dejando en manos de los griegos su campamento con el
tesoro real y la familia de Darío III incluidas. La osadía en el combate de
Alejandro le empujó a lanzarse al frente de sus tropas, a lo más enconado de la
batalla, tratando de dar caza al soberano persa. No consiguió hacerle
prisionero, pero si que recibió su tercera herida de importancia en combate.
Un tajo de espada en el muslo que afortunadamente acabará cerrando sin
consecuencias.
4ª HERIDA. SITIO DE
GAZA (SEPTIEMBRE/NOVIEMBRE 332 A. C.)
Alejandro en vez de
perseguir en su huida al persa continúa con su proceso de conquista de toda la
costa fenicia. Las ciudades irán sometiéndose sin dificultad con excepción de
Tiro que, confiada en su insularidad y en sus altas murallas, se niega a
rendirse al macedonio. Alejandro enfurecido plantea un prolongado asedio que
durará ocho meses a causa de la enconada resistencia de los fenicios.
Finalmente y, tras construir una lengua de tierra desde la costa, las fuerzas
griegas asaltan a sangre y fuego la ciudad destruyéndola desde sus cimientos y
asesinando o esclavizando a todos sus habitantes. El último obstáculo para
llegar a Egipto era la importante ciudad de Gaza. Bien defendida por sus altas
murallas y con una potente guarnición dirigida por el comandante persa Batis,
que trató de resistir a los macedonios el máximo tiempo posible para dar tiempo
a su soberano a reponerse de la derrota de Issos.
Los sitiados hicieron
una rápida salida que pretendía destruir las máquinas de asedio y el terraplén
que los sitiadores estaban construyendo hacia la muralla. Casi lo consiguen,
aunque la rápida intervención de Alejandro lo evitó. El macedonio pagó un alto
tributo por esta pequeña victoria ya que una
máquina desde las murallas lanzó un proyectil que le alcanzó de lleno. El
impacto partió el escudo en dos, atravesó su armadura y el acolchado de debajo
y finalmente alcanzó el hombro de Alejandro hiriéndole de gravedad.
5º HERIDA. CERCA DE SAMARKANDA. (329 A. C.)
Alejandro se repondrá
de la herida anterior y pasará un periodo de casi tres años sin sufrir daños de
consideración.
Tras la toma de Gaza
entra en Egipto donde es acogido como un libertador y encuentra una resistencia
muy escasa. Funda Alejandría en enero del 331 a.C. En abril de ese año ya está
de vuelta en Tiro, cruza el Valle de la Becá y alcanzan el Eufrates, atraviesan
Asiria y llegan al Tigris. Los macedonios habían recorrido casi 2500 kilómetros
en apenas seis meses.
Darío está esperando
de nuevo a los macedonios al otro lado del río en la llanura de Gaugamela y es nuevamente derrotado por
Alejandro que contaba con cuatro veces menos soldados. Es la derrota decisiva.
El ejército de Darío se dispersa y el huye con algunos de sus sátrapas.
Alejandro es nombrado “Rey de Asia”. Tras menos de seis años de campañas y casi
9000 kilómetros en sus piernas, los
macedonios entran en Babilonia. la capital del mundo, que se somete sin resistencia.
A Babilonia le seguirán Susa y la antigua capital de los persas Persépolis que
es destruida por los griegos.
Alejandro no
abandonará en ningún momento la persecución de Darío que finalmente será
asesinado por Bessos, el sátrapa de Bactriana, partidario de continuar la lucha.
Hasta allí dirigirá su ejército el macedonio, viéndose obligado a entablar una
lucha de guerrillas en alta montaña que irán desgastando sus tropas. A pesar de
todo consigue atrapar y ejecutar a Bessos, pero sus fuerzas serán atacadas con piedras, arcos y flechas por unas tribus
cerca de Samarkanda, clavándose una de estas flechas en la pierna de Alejandro.
La flecha llegará hasta el hueso y le provocará una fractura.
6º HERIDA. CIRÓPOLIS. (329 A. C.)
Alejandro no se había
repuesto del todo de su flechazo en la pierna cuando se vio obligado a sofocar
una nueva revuelta en Cirópolis(ciudad fundada por el rey Ciro, el Grande). El
macedonio llevaba a sus hombres a través de un lecho seco bajo las murallas
enemigas para penetrar a escondidas en la ciudad a través de sus cloacas. Tras
forzar la entrada consiguen introducirse dentro de la fortaleza enemiga, pero
en su interior los defensores, lejos de querer rendirse, se defienden
aguerridamente contra los griegos con mucha dureza y empeño. El mismo Alejandro recibirá pedradas en
cuello y cabeza que lo dejarán conmocionado. Cráteo otro de los generales
de Alejandro también será seriamente herido pero por una flecha. Finalmente los
sogdianos pagarán muy cara su osadía, siendo todos los hombres de la ciudad
ejecutados, las mujeres sorteadas entre los soldados y los niños vendidos como
esclavos.
7ª HERIDA. ASEDIO DE MASAGA (327 A. C.) (DOS HERIDAS)
De nuevo en Bactria,
Alejandro desposa a la bella Roxana con la intención de ganar el favor de los
sogdianos, Son malos tiempos porque sus hombres cada vez están más molestos por
el autoritarismo de su rey. Finalmente optan por conspirar, pero son
descubiertos y van siendo ejecutados. El propio Calístenes, cronista oficial de
Alejandro Magno y sobrino de Aristóteles es uno de los ajusticiados. Clito, que
le salvó la vida al monarca macedonio en la Batalla del Gránico, en el 334 a.
C., muere también durante una discusión con Alejandro. Tras estas muertes y el
fracaso de la conocida como “Conspiración de los pajes” en la primavera del 327
a. C Alejandro cruza el Hindu Kush. En la ruta hacia allí, entabla terribles
luchas contra las tribus de la zona. Primero
es herido por una flecha en el hombro en una dura batalla contra los aspasioi
. Después ha de enfrentarse a los assakenoi que se le oponen desde la
ciudad de Massaga, fuertemente defendida por un contingente de 7.000
mercenarios, que resiste los embates del macedonio. En una
de las salidas de los sitiados, el rey macedonio se lanzó al combate de una
forma casi suicida, siendo finalmente alcanzado por una flecha en el tobillo
que le fracturará el hueso. Tras fracasar las negociaciones y la muerte del
jefe de los mercenarios de la ciudad en combate la plaza es tomada y tanto los
mercenarios como sus habitantes serán masacrados.
8ª HERIDA. LA MÁS GRAVE. CAUSADA EN EL ASALTO A UNA CIUDAD
MALIA (326/325 INVIERNO)
Ahora que Alejandro
tiene el camino libre a la India divide sus fuerzas. Hefestion por un camino va
avanzando hasta el Indo y el por otro combate en Swat y a finales de invierno
captura Aomos. La resistencia surge por
todos los lados y los macedonios marchan sin piedad hasta al alcanzar el
Punjab. Allí en la orilla del río Hidaspes,
el rey indio Poros aguarda al los macedonios al frente de un potente
ejército que cuenta con más de 80 elefantes. De nuevo el valor y el genio
militar de Alejandro le dan la victoria y el sometimiento de Poros. Allí cerca
fundará la ciudad de Bucefala, en honor a su caballo Bucéfalo, muerto a causa
de las heridas recibidas en esa batalla.
Los soldados de
Alejandro están agotados y heridos por tantas batallas, está lloviendo
torrencialmente y en ese momento se niegan a continuar con las continuas
campañas de Alejandro, que tras unos días de enfado y meditación se verá
obligado a aceptar la voluntad de sus hombres y a emprender el penoso camino de
vuelta a Persia. Alejandro ha llegado a su particular “fin del mundo”.
Construye una flota y desciende por el Hidaspes en busca del mar. En medio se
interpone la ciudad de Multán. Impaciente por tomar la ciudad de los malios se
lanza temerariamente al asalto. Sube por una escalera hasta la cima de la
muralla a la cabeza de un pequeño grupo de hombres. Allí, en lo alto, estaban
demasiado expuestos a los proyectiles que los defensores les lanzaban desde
todas las direcciones por lo que decide saltar al interior de la ciudad.
Apoyándose en un árbol aguantó hasta que tres de sus hombres se le unieron. Es
entonces, cuando una flecha penetra
hasta el pulmón perdiendo Alejandro el conocimiento. Afortunadamente sus
hombres (Peucestes, Tineo, Leonato, y Aristono) protegen primero y conducen
después al macedonio a su tienda, donde los médicos cortarán el astil para inmovilizar el hierro que estaña armado
con lengüetas. Esta última maniobra obligó a Critóbulo, el cirujano, a
ensanchar la herida de Alejandro que sangró de nuevo profusamente perdió la
consciencia por segunda vez. Finalmente, ya temiendo por su vida, se pudo
contener la hemorragia, y según
Curcio, a los siete días, aún cuando
no había cicatrizado, la herida mejoró.
La realidad es que esta herida casi le mata y que le dejo
secuelas de por vida, debilitando su estado de salud, ya agotado por los
excesos de todo tipo, significativamente.
Tras un sinfín de
penurias,15.000 de los 60.000 hombres que acompañaban al macedonio a conquistar
la India consiguieron llegar a la avanzadilla persa de Pura( actual Iranshabr)
en diciembre del 325 a. C.
Alejandro se había convertido
en un curtido general, cubierto de cicatrices, atormentado por el dolor de sus
viejas heridas. Tras dos noches de banquetes y excesos de todo tipo. Muere en
junio del 323 a. C. No está claro si lo
que lo mató fue la malaria, el veneno o si, simplemente, su organismo,
demasiado debilitado por la sucesión de excesos y sobreesfuerzos acabó fallando
(como defiende Rupert Gebhard ).
A su muerte sus
sucesores se disputaron su legado y su enorme imperio se disgregó en muy poco
tiempo. Aunque esa, es ya otra historia.
BIBLIOGRAFIA
Curcio. Historia de Alejandro Magno. Madrid. Gredos, 1986
Diodoro. Biblioteca
Histórica. VOL IV. Stutgart. Teubner, 1964
Plutarco.
Vidas
paralelas. T VI. Madrid Gredos, 2007
Arriano. Anábasis de
Alejandro Magno. Libros I-III. Madrid. Gredos, 1982.
W. Hechel. Las
conquistas de Alejandro magno. Madrid. Gredos, 2001
Fauré, P. Alejandro.
Madrid. Edaf, 1990.