Escrito por Albert Montañà Ortiz
Este artículo se publicó inicialmente en el blog Sangre Nueva y ha sido cedido por su autor para su publicación en Arraona Romana.
Este artículo se publicó inicialmente en el blog Sangre Nueva y ha sido cedido por su autor para su publicación en Arraona Romana.
Resumen
La constante
presión sobre las fronteras del imperio a lo largo de la historia ha llevado un
incansable juego político de tramas y traiciones de generales que ansiaban el
poder y no dudaban en proclamarse por la espada. A lo largo de la Antigüedad
Tardía el mayor problema de los emperadores pasa de expandirse a controlar las
fronteras. En este brevísimo artículo introductorio de la dinastía Valentiniana
no vemos sino otro episodio más sobre el resultado de una desastrosa campaña
del último emperador pagano, Juliano el Apóstata, el auge de una nueva familia
imperial y cómo las presiones de las fronteras acaban por desgastar hasta los
hombres más poderosos de la antigüedad. En este pequeño artículo expondremos
cómo estos hermanos llegaron al poder y cómo se enfrentaron a los bárbaros de
la frontera.
Las muertes repentinas de Juliano y Joviano
La eterna campaña
contra los persas motivó al emperador Juliano el Apóstata (361-363) para
iniciar una expedición que, si bien al principio resultó efectiva, acabó con su
vida mientras el ejército se retiraba hacia territorio romano. La cuestión
sucesoria no estuvo exenta de intereses; por un lado tenemos a Arintheo y
Víctor (que contaron con el apoyo del difunto Constancio II), por otro a los
oficiales de la Gallia muy cercanos a
Juliano liderados por Nevita y Dagalaifo. La solución pasaba por investir a
Saturnino Secundo Salustio, un prefecto del pretorio del Este aunque rechazó la
púrpura imperial debido a su avanzada edad. Encontraron un candidato en la
figura de Joviano, un primicerius
domesticorum de treinta y dos años, el nuevo emperador no disponía de mucha
fama, pero su padre Varroniano fue un soldado de Sigdnunum en Moesia y con buena reputación como comandante.
Mientras el ejército se retiraba, el
emperador persa Sapor II consiguió detener la expedición romana en Dura y
cortar su línea de suministros los días 6 y 7 de julio haciendo que la
situación de las tropas romanas fuera crítica. Las negociaciones abiertas para
la paz en aquel momento consiguieron para los persas la devolución de los
territorios que Maximiano Augusto (286-305) les había arrebatado (Arzanena,
Moxoeona, Zabdicena, Rehimena y Corduena junto con otras fortalezas y
ciudades), además, Roma debía negar el apoyo a Arsaces (rey de Armenia),
finalmente se realizó un cambio de cautivos que acabaron de firmar la paz por
treinta años.
La elección de Joviano como
emperador confirmaba la influencia de los oficiales de Iliria, sobre sus políticas
podemos destacar el abandono de todos los cambios que había introducido
Juliano. Los cristianos exiliados fueron nuevamente llamados al gobierno que
habían servido bajo Constancio; los privilegios de la Iglesia fueron
restituidos como por ejemplo: la enseñanza, patrimonio confiscado y permiso
para atacar a los templos paganos. Para desgracia de Joviano, a principios del
año 364, se le halló muerto debido a, muy posiblemente, las emanaciones de un
brasero.
El inicio de una dinastía 363-368
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Efigie de Valentiniano I |
Finalmente se hizo la elección y
rápidamente enviaron un mensajero para traer a Valentiniano. El 25 de febrero
el futuro emperador llegó a Nicea donde recibió la púrpura y la diadema,
siguiendo todos los pasos del protocolo ceremonial mientras las tropas lo
aclamaban unánimemente; es muy probable que fuera elevado encima de un escudo
por algunos soldados. Un mes después de ser proclamado emperador el ejército le
exigió que escogiera a un augusto, en este caso fue su hermano menor, Valente,
un reputado militar de treinta y seis años. De esta manera se iniciaba la
implantación de una nueva dinastía de cariz militar.
Problemas religiosos y las prácticas de
magia negra
En el episcopado de
la ciudad de Roma la riqueza e influencia iban cada vez más en aumento, un
reclamo suculento para candidatos que no dudarían en usar la violencia para
conseguir puestos de poder. Concretamente dos diáconos llamados Dámaso y Ursino
iniciaron una disputa por el liderazgo de la comunidad cristiana en la ciudad.
El clímax de estas tensiones se resolvió en octubre del 366, donde cerca de
cien personas encontraron su muerte en el Esquilino; Dámaso se alzó victorioso
y, aunque acusado de fuertes casos de corrupción dentro del clero, consiguió
extender su influencia por el sector aristocrático romano.
Pero las intrigas internas no acabarían ahí, en el 368 un senador y su mujer denunciaron ante el prefecto de Roma que alguien había intentado envenenarlos. El juicio tuvo que retrasarse porque el estado de salud del prefecto, entonces los acusadores vieron su oportunidad y usaron su influencia para designar a Maximino (prefecto de la anona y antiguo vice-prefecto de Roma), este juez poco le importaba el caso y rápidamente sentenció que había claras evidencias de prácticas mágicas entre la aristocracia de Roma. En cuanto Valentiniano supo de esto, no dudó en ordenar a sus agentes que iniciaran un proceso de tortura sobre los sospechosos para sacar toda la información posible.
Durante los juicios las acusaciones de adulterio, corrupción e inmoralidad fueron constantes, pero los cargos por prácticas mágicas fueron examinados muy detenidamente. Tal fue el exceso que incluso los senadores enviaron una embajada al emperador para que cesaran las torturas durante las investigaciones, a lo que Valentiniano se lavó las manos negando cualquier conocimiento sobre las torturas. Todo ello no impidió que Aginato (ex vice-prefecto de Roma) fuera ejecutado por adulterio y prácticas de magia negra; después de todo este proceso la relación con el Senado resultó más agria que nunca.
La parte oriental del imperio no quedó exenta de problemas pero a la vez tampoco libre de controversia sobre su política, Valente también temía a la magia y en el 370 prohibió el estudio de la ciencia a los mathematici (astrónomos y astrólogos). Estas políticas afectaron principalmente a los intelectuales paganos de Oriente ya que temían un posible complot contra el emperador. Por otra parte los templos paganos construidos o restaurados bajo estos dos emperadores y los sacerdotes paganos siguieron con sus cultos, así como gozar de altos cargos en la Corte tanto en Oriente como Occidente; de hecho, no tenemos constancia de que Valente atacase los templos paganos, incluso cuando se produjeron disturbios en Alejandría, Valente sólo detuvo a los cabecillas sin entrometerse plenamente con la comunidad entera.
Pero las intrigas internas no acabarían ahí, en el 368 un senador y su mujer denunciaron ante el prefecto de Roma que alguien había intentado envenenarlos. El juicio tuvo que retrasarse porque el estado de salud del prefecto, entonces los acusadores vieron su oportunidad y usaron su influencia para designar a Maximino (prefecto de la anona y antiguo vice-prefecto de Roma), este juez poco le importaba el caso y rápidamente sentenció que había claras evidencias de prácticas mágicas entre la aristocracia de Roma. En cuanto Valentiniano supo de esto, no dudó en ordenar a sus agentes que iniciaran un proceso de tortura sobre los sospechosos para sacar toda la información posible.
Durante los juicios las acusaciones de adulterio, corrupción e inmoralidad fueron constantes, pero los cargos por prácticas mágicas fueron examinados muy detenidamente. Tal fue el exceso que incluso los senadores enviaron una embajada al emperador para que cesaran las torturas durante las investigaciones, a lo que Valentiniano se lavó las manos negando cualquier conocimiento sobre las torturas. Todo ello no impidió que Aginato (ex vice-prefecto de Roma) fuera ejecutado por adulterio y prácticas de magia negra; después de todo este proceso la relación con el Senado resultó más agria que nunca.
La parte oriental del imperio no quedó exenta de problemas pero a la vez tampoco libre de controversia sobre su política, Valente también temía a la magia y en el 370 prohibió el estudio de la ciencia a los mathematici (astrónomos y astrólogos). Estas políticas afectaron principalmente a los intelectuales paganos de Oriente ya que temían un posible complot contra el emperador. Por otra parte los templos paganos construidos o restaurados bajo estos dos emperadores y los sacerdotes paganos siguieron con sus cultos, así como gozar de altos cargos en la Corte tanto en Oriente como Occidente; de hecho, no tenemos constancia de que Valente atacase los templos paganos, incluso cuando se produjeron disturbios en Alejandría, Valente sólo detuvo a los cabecillas sin entrometerse plenamente con la comunidad entera.
Usurpadores, revueltas y desastres
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Efigie de Procopia en una moneda |
Aun con su efímera usurpación,
Procopio supo controlar muy bien la información para asegurar un dinero y
tropas suficientes para hacer frente a los nuevos emperadores, la misma noche
que fue proclamado emperador emitió órdenes de captura contra los oficiales de
Valente. Nebridio y Cesario, prefecto del pretorio y el prefecto urbano de
Constantinopla, fueron arrestados y reemplazados por hombres de confianza de
Procopio. Mantuvo con vida a Nebridio para que enviara cartas a generales de
los Valentinianos para que acudieran a la ciudad y fuesen arrestados con
facilidad; además cerró los puertos de Constantinopla y extendió su red de
espías por toda la ciudad, obteniendo así control del Bósforo y dificultando
las comunicaciones entre Valentiniano y Valente. Aún así nada pudo evitar que
su propio ejército lo traicionase y muriera en mayo del 366, su pariente y
colaborador Marcelino corrió la misma suerte cuando intentó resistir en Tracia
con apoyo de los godos.
Aplastada la revuelta, Valente no
dudó en castigar y requisar propiedades a los antiguos amigos de Juliano. Una
vez libre de usurpadores, Valente tuvo que emplear sus fuerzas en recuperarse
del desgaste de la guerra de Procopio, graves problemas localizados en la
frontera balcánica debido a las penetraciones godas. Atanarico (rey de los
Tervigions/Visigodos) envió soldados a engrosar las filas de Procopio y en
consecuencia Valente respondió con expediciones de castigo durante tres años
(367-369) hasta que Atanarico tuvo que pedir la paz y jurar no volver a cruzar
el Danubio.
Mientras, en la frontera oriental
con los persas, el rey Sapor aprovechó el conflicto para ocupar Armenia e
Iberia, Valente se movió hasta Antioquía durante ocho años para coordinar las
operaciones y recuperar zonas de Armenia.
Al otro lado del Imperio,
Valentiniano desde la Galia dedicó todos sus esfuerzos en defender la frontera
del Rin de los alamanes, debido a los problemas con el reclutamiento de tropas,
Valentiniano rebajó la talla exigida de los nuevos soldados e incorporó
germanos y campesinos galos a los cuales
sometió a un entrenamiento al puro estilo romano; obtuvo buenos resultados como
la victoria en Solicino o los éxitos de su maestre de caballería Joviano, así
como la gran línea de fortificaciones con campamentos, castillos y torres
vigías, además de pueblos fortificados. Pronto la salud del emperador hizo que
su hijo Graciano fuera proclamado augusto.
Valentiniano no tuvo ni un momento de descanso, pues en Britania también aumentaron las incursiones de pictos, escotos, francos y piratas sajones que consiguieron matar al comes litoris Saxonici Nectaridus y capturar al dux Britanniarum Fulofaudes. El general encargado de solucionar el desastre fue Teodosio, quien impuso el orden imperial y expulsó a los invasores en el 367.
Pocos años más tarde, el príncipe indígena y cristiano Firmo hizo estallar una rebelión en el 373 porque temía ser condenado por el asesinato de su hermano. El motivo reside en las graves querellas sociorreligiosas y étnicas entre bereberes, grupos urbanos y romanizados; también hay que añadir los constantes saqueos de tribus del desierto junto a la negligencia y corrupción de Romano, el comes Africae. Pero nada de eso impidió que Teodosio llegase a África para restaurar la administración, reclutar soldados indígenas y machacar la rebelión de Firmo, quien finalmente en el 375 optó por suicidarse. Este gran general fue víctima del poder al que servía, a principios de 376 el ejército le apoyaba, la aristocracia senatorial romana hablaba a su favor, sin duda, fue condenado y ejecutado en Cartago por orden de Valentiniano o su hijo Graciano. Teodosio había sido víctima de una conjura palaciega que a día de hoy desconocemos.
La última campaña militar que dirigió Valentiniano fue en el 375 cuando se trasladó a Iliria, zona devastada por cuados y sármatas, pero no murió en combate, sino al recibir una delegación cuada que fue tan insolente con el emperador que éste encolerizó de tal manera que un derrame cerebral puso punto y final a su reinado un 17 de noviembre, dejando a su hijo de dieciséis años, Graciano, como augusto.
Por su parte, Valente permitió que los Visigodos entrasen en las fronteras debido a la llegada de unos pueblos de las estepas euroasiáticas (los hunos septentrionales del Ural central), derrotados y desesperados por presiones de los hunos e imperiales pidieron autoridad imperial para asentarse en Tracia. Los comerciantes romanos aprovecharon la desesperación de los visigodos hambrientos y éstos ante la necesidad se lanzaron al bandidaje. En el 377 el gobierno romano intentó liquidarlos traicioneramente, el fracaso hizo estallar la guerra y Valente tuvo que intervenir, sin esperar a los refuerzos de Graciano se puso en campaña. La batalla que sentenció su carrera se disputó en Adrianópolis en el año 378, tal fue el destrozo causado por los godos que dos terceras partes del ejército imperial sucumbió, perdiéndose incluso el cuerpo del emperador, siendo un desastre a la altura de Cannae.
Valentiniano no tuvo ni un momento de descanso, pues en Britania también aumentaron las incursiones de pictos, escotos, francos y piratas sajones que consiguieron matar al comes litoris Saxonici Nectaridus y capturar al dux Britanniarum Fulofaudes. El general encargado de solucionar el desastre fue Teodosio, quien impuso el orden imperial y expulsó a los invasores en el 367.
Pocos años más tarde, el príncipe indígena y cristiano Firmo hizo estallar una rebelión en el 373 porque temía ser condenado por el asesinato de su hermano. El motivo reside en las graves querellas sociorreligiosas y étnicas entre bereberes, grupos urbanos y romanizados; también hay que añadir los constantes saqueos de tribus del desierto junto a la negligencia y corrupción de Romano, el comes Africae. Pero nada de eso impidió que Teodosio llegase a África para restaurar la administración, reclutar soldados indígenas y machacar la rebelión de Firmo, quien finalmente en el 375 optó por suicidarse. Este gran general fue víctima del poder al que servía, a principios de 376 el ejército le apoyaba, la aristocracia senatorial romana hablaba a su favor, sin duda, fue condenado y ejecutado en Cartago por orden de Valentiniano o su hijo Graciano. Teodosio había sido víctima de una conjura palaciega que a día de hoy desconocemos.
La última campaña militar que dirigió Valentiniano fue en el 375 cuando se trasladó a Iliria, zona devastada por cuados y sármatas, pero no murió en combate, sino al recibir una delegación cuada que fue tan insolente con el emperador que éste encolerizó de tal manera que un derrame cerebral puso punto y final a su reinado un 17 de noviembre, dejando a su hijo de dieciséis años, Graciano, como augusto.
Por su parte, Valente permitió que los Visigodos entrasen en las fronteras debido a la llegada de unos pueblos de las estepas euroasiáticas (los hunos septentrionales del Ural central), derrotados y desesperados por presiones de los hunos e imperiales pidieron autoridad imperial para asentarse en Tracia. Los comerciantes romanos aprovecharon la desesperación de los visigodos hambrientos y éstos ante la necesidad se lanzaron al bandidaje. En el 377 el gobierno romano intentó liquidarlos traicioneramente, el fracaso hizo estallar la guerra y Valente tuvo que intervenir, sin esperar a los refuerzos de Graciano se puso en campaña. La batalla que sentenció su carrera se disputó en Adrianópolis en el año 378, tal fue el destrozo causado por los godos que dos terceras partes del ejército imperial sucumbió, perdiéndose incluso el cuerpo del emperador, siendo un desastre a la altura de Cannae.
Bibliografía
- Curran, J. (2008). From Jovian to Theodosius. En Cambridge Ancient History, (Vol.13, p.
78-108). Cambridge.
-
Moreno, L. (1998). El bajo imperio romano. Madrid: Editorial Síntesis.
-
Jones, A. (1964). The later Roman Empire,
284-602; a social, economic and administrative survey. Oxford: B. Blackwell.Lenski, N. (2002). Failure of empire : Valens and the Roman state in the fourth
century A.D. Berkeley: University of California Press.